Un pelo, una escama o un insecto son suficientes para averiguar al culpable de un delito

La resolución de un crimen ya no pasa únicamente por las manos del típico detective de gabardina gris, pipa de fumar y lupa en ristre. La ciencia y las nuevas tecnologías también han avanzado en el campo de la investigación de crímenes y delitos. Prueba de ello es que, ahora, «un pelo en la escena de un crimen, puede convertirse en una prueba de gran contundencia para incriminar a un sospechoso de haber cometido esa fechoría», como explicó el coronel de la Guardia Civil y Jefe de Criminalística, José Antonio García, en el curso Pericias, peritos y piratas que dirige Jose Antonio Lorente. Cualquier cosa, por pequeña que sea, es válida para realizar el peritaje en estos casos, incluso con una escama de pintura dejada en el cuerpo de un atropellado se puede averiguar el culpable del accidente; pero las nuevas técnicas van un paso más allá, porque mediante la antropología forense se pueden ver los insectos que han acudido al cadáver y estudiar su ciclo vital. «Este exhaustivo estudio nos ayuda a discernir el tiempo que el cuerpo lleva fallecido para, a partir de ahí, llegar a las conclusiones sobre el suceso», como aclaró el comisario general Jefe de la Policía Científica de la DGP, Miguel Ángel Santano, quien también explicó el funcionamiento de otros métodos usados por la policía, como el retrato robot o la identificación del hablante, aunque esta última «tiene la dificultad de formar a unos profesionales tan cualificados», indicó. Según Santano, hay cientos de personas que desaparecen, y muchos no aparecen o lo hace solo el cadáver, y estos métodos ayudan a identificarlo. Si Sherlock Holmes lo hubiera sabido antes, cuántos quebraderos de cabeza se hubiera ahorrado.

0 comentarios: