José Antonio Lorente (Serón, Almería, 1961) bien podría ser el Gulliver que se enfrenta a los diminutos liliputienses, pero, en este caso, los entrañables habitantes ficticios tendrían forma de cadena de ADN y el encuentro tendría fines de investigación. Y es que Lorente ha conseguido un prestigioso reconocimiento por parte de la comunidad científica al investigar casos como los restos de Colón, los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez o los desaparecidos en la Guerra Civil. Ahora, nos visita para dirigir el Curso de verano de la Complutense Pericias, peritos y piratas y desvelarnos algunos secretos de este diminuto mundo.
Es la sustancia de la vida. Es una molécula que con un tamaño mínimo en cada célula, puede contener toda la información. Dentro del ser humano y la naturaleza es la sustancia más mágica y poderosa, porque es aquella que da la vida, la mantiene y la transmite.
Sí, porque tenemos unas características genéticas que hemos heredado y éstas hacen que nuestra vida se vaya a desarrollar dentro de unos márgenes biológicos. No podemos salirnos de ahí. Genéticamente, una persona puede tener la capacidad de medir entre 1,70 y 1,80m. Si tiene una alimentación perfecta, hace deporte y no tiene enfermedades, llegará al máximo, pero no podrá sobrepasarlo, porque no tiene esa característica. El campo de juego está marcado.
El ADN marca características biológicas y genéticas. Hasta ahí se puede saber mucho: propensión a desarrollar enfermedades, capacidades intelectuales, físicas etc. Pero, por suerte - porque si no el ser humano ya vendría definido desde su nacimiento- la educación, la formación y los ejemplos que uno ve influyen mucho. El ADN nos da una información que hay que tomar con muchos matices porque luego en el desarrollo de la vida eso puede cambiar de una manera importante.
Mucho, porque ahora se pueden analizar millones de unidades de ADN en pocas horas. Yo siempre pongo el ejemplo del que tiene un mapa: una persona viaja desde un lugar muy lejano hasta España, se baja en Barajas y alquila un coche con un mapa de España. Nosotros tenemos ahora el mapa del genoma humano y sabemos donde están, igual que ese señor que ve que existe una ciudad pero no sabe cómo funciona. Esa complejidad que nos encontramos en la vida real es lo que a la ciencia le está pasando con el genoma humano: tenemos muchos datos pero el funcionamiento exacto es lo que está pendiente. Además, como en el tráfico, hay circunstancias ajenas que influyen sistemáticamente: la educación, la formación, el entrenamiento…
Creo que sí. El científico, por naturaleza, está dominado por la curiosidad y la necesidad de profundizar más en el conocimiento y en los datos que existen. Desde la sociedad hay que tener una visión más global y tiene que poner –por puras precauciones- unos límites legales aparte de los éticos. En esta parte de la investigación genética muchas veces se está al borde del límite, y esto nos atañe a todos, porque si se investiga más o menos sobre energías renovables lo veo algo cercano, pero no tiene nada que ver con que mañana haya un tratamiento para poder curar una enfermedad.
Desde el punto de vista técnico es posible, igual que se han podido clonar animales de cierta complejidad. El ser humano es un animal más. Considerar al ser humano y a la vida de una persona como un objeto recargable no tendría mayor sentido y me parece una aberración total.
Efectivamente. Estudiamos desaparecidos con un interés social, humano y judicial; o personas desaparecidas y cuyo rastro se perdió hace tiempo, como Colón, el Zar de Rusia u otras personas sobre las que hay dudas de dónde pueden estar sus restos o en qué condiciones. El ADN se convierte fundamental, porque ninguna otra técnica vale si no tienes con qué comparar.
Un registro nacional de ADN sería técnicamente posible, pero se tratarían esos datos como si todo el mundo hubiese hecho algo
Sabemos que los restos que hay en Sevilla son de Colón, pero también sabemos que no está el esqueleto completo de una persona, por lo que hay huesos que deben estar en otros sitios. El ADN nos permitió corroborar que había partes en Sevilla y otras en República Dominicana.
Fue muy complicado por el mal estado de los huesos y también porque este tipo de investigaciones se llevan a cabo entre varios laboratorios y cada uno trabaja de una manera. En un determinado momento, nos tuvimos que sentar todos juntos y poner encima de la mesa los resultados que teníamos.
Esta ley hace que las investigaciones estén recayendo sobre nivel autonómico. Por ejemplo, en Andalucía se está haciendo un estudio histórico y geográfico para recopilar la información previa y localizar el lugar de manera fiable. Si nosotros no sabemos quiénes son los cadáveres, no podemos tener familiares para comparar, con lo que la investigación sería inútil. Eso supondría un desembolso económico tremendo y los beneficios serían muy pobres.
Sí. La empresa privada contribuye a descargar el sector público cuando el trabajo se incrementa. Estás empresas cumplen la función de apoyar al cuando haya una situación especial, porque si los laboratorios de la Policía y la Guardia Civil se ponen a analizar los huesos de la Guerra, estarían paralizados durante varios años para otro tipo de investigaciones.
En Chile asesoramos la creación de un laboratorio estatal, pero, hoy en día, debido a los múltiples problemas internos, la gran parte de las muestras las han enviado fuera para hacer análisis ajenos a la presión chilena. En Ciudad Juárez sí se ha avanzado mucho y, últimamente, se creó un programa de identificación que ahora se está centrando el tema en la prevención de los delitos.
1 comentarios:
Una entrevista super interesante!
Gracias por tu visita!
Salu2:)
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