Fin de los cursos


Vuelvo a casa. Todo sigue como lo había dejado aquel lejano 29 de junio, cuando marché al Euroforum Infantes de San Lorenzo de El Escorial. Comenzaba entonces una aventura que no sabía cómo iba a acabar ni de qué manera se desarrollaría. Y aquí me tenéis, un mes y medio después, de vuelta a casa.

En la maleta me he traído la ropa, algunos libros que me han regalado y bastantes papeles, pero lo que más me ha costado meter (dado su voluminosidad), han sido los buenos momentos que hemos vivido todos juntos durante estos Cursos.

En una bolsa aparte (debido a que la maleta estaba llena), me he traído a mis nuevos amigos, compañeros de trabajo y/o anclajes en la barra de un bar (perdón, antro) hasta las primeras horas de la madrugada. Allí departíamos sobre cualquier tema mientras unos introducían sus gracias y otros comíamos bocadillos de jamón y queso servido el primero en un plato, el segundo en otro y el pan en un tercero.

Hasta mi casa han llegado también los abrazos, los besos y los apretones de manos de las despedidas. Unos más robustos que otros, dependiendo de la envergadura de cada cual. Los mejores deseos y la promesa de volver a vernos fueron la tónica habitual de estos momentos que, por ser los últimos, son quizás lo más duros.

Respecto a mí he de decir, declarar, confesar, que me he hecho amigo del diccionario de sinónimos del Wordreference; que he aprendido a colocar las comas, los puntos y comas (al menos lo he intentado, David); y que la experiencia que he adquirido es muy superior a todo lo aprendido en cuatro años de carrera. Me decía el otro día el rector que el periodista ha de tener más formación teórica que práctica porque “los estudiantes se obsesionan con la práctica” (lo podéis leer más abajo). Pues bien, yo creo que el trabajar en los Cursos de Verano de la manera que lo he hecho yo es la mejor escuela posible para introducirte en este mundo que, anunciado como tétrico y lleno de trepas, es solidario y repleto de compañerismo. Desde el primer día en que nos fuimos a tomar la primera caña en Donoso Cortés formamos un gran equipo sin fisuras que se ha mantenido durante este mes y medio, y que ha ido creciendo con el paso del tiempo.

Personalmente, me siento especialmente agradecido a David, por haber tenido que corregir tantas comas mal puestas o sin poner; a Picos, por darle esa vueltecita más al titular, darle ese último repasito a las informaciones justo antes de dejarme marchar; a Magariños, el maquetador, por haber resistido esas batallas de líneas perdidas y guías movidas; y, sobre todo, a la jefa, la gran jefa, Antonia Cortés, por haberme dado la oportunidad de trabajar en el Gabinete rodeado de un gente tan maravillosa y haber confiado en mí para aportar mi granito de arena a Verano Complutense.

Tampoco me quiero olvidar de mis otros compañeros de Gabinete: Elena Sancho, siempre con la sonrisa y los cánticos puestos; Elena González, con la que compartía miradas confidentes desde el otro lado del Gabinete; Julio Vallejo, el mayor experto en cine y, también, el mayor despistado de los Cursos; de Natalia Gómez, mi protectora y con la que compartía iniciales; y, como olvidarme del fotógrafo todo terreno, un hombre cargado con un equipo fotográfico capaz de disparar tres flashazos seguidos a un ponente en un momento de debilidad y dejarle K.O.: el gran Nacho Calonge, Sagitario de los buenos.

A Ángela (Punto Radio), Raquel (COPE); Bea y Lucila (Europa Press); Ana, Rita, Alicia, Javi, Iván (EFE); Cristina y Javi (FaxPress); Cristina, Pedro, Álex (Cadena SER); Carmen (Onda Cero); Cristina (Servimedia).

A todos vosotros: GRACIAS DE CORAZÓN. Juntos hemos pasado un verano inolvidable, que espero poder repetir pronto, ya mismo, porque el final de estos Cursos suponen el comienzo de otros.

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