Berzosa: «La universidad está perdiendo bastante de razonar, pensar y reflexionar»

Carlos Berzosa (Madrid, 1945), lleva toda una vida dedicada a la docencia y la economía. Aunque nunca pensó que llegaría a ser rector, en 2003, tras 14 años como decano de la Facultad de Económicas, fue elegido máximo dirigente de la Complutense porque había cosas importantes que cambiar. Ahora, la Universidad afronta el nuevo reto de adaptar los planes de estudio al nuevo marco europeo y, además, crear unos Cursos de Verano renovados y que atraigan el interés internacional como ocurría en los primeros años 90. Estos son los desafío del futuro.

Usted es Rector, profesor y medio político ¿Es compatible todo?
Como mejor me siento es como profesor universitario. En política he estado activo, pero no he hecho una carrera política, sino que he participado desde la base. Elegí ser rector porque no estaba muy satisfecho de cómo iban las cosas en la Complutense, y había que darle un cambio importante respecto al ultimo rectorado, que había generado una situación muy plana de la cúpula de la universidad y muy de favores y de cosas extrañas que han salido posteriormente
¿Imaginó alguna vez que llegaría a ser rector de la Complutense?
No, nunca; ni siquiera ser profesor universitario. Yo quería hacer una carrera y, en principio, no tenía ninguna definida, pero me gustaba más el cine que estudiar economía. Me metí en económicas porque, por entonces, aún no había Facultad de Ciencias de la Información y, para la de cine, había que prepararse para entrar. Además, coincidió con una época muy conflictiva estudiantil y ahí fui tomando conciencia política y cultural. La facultad me gustó, pero me gustó más por los pasillos que por las clases, que me parecían bastante defectuosas. A lo largo de mi existencia como rector, he podido corroborar que las aulas eran bastante deficientes y que la mayor parte de los profesores no estaban al corriente de las disciplinas y nos enseñaban cosas un poco absurdas.
¿Y eso ha cambiado?
En parte, porque el profesorado está ahora más actualizado, y la gente joven está más al día de lo que se publica en su especialidad. Lo que ocurre es que ha habido una excesiva especialización y una pérdida de la concepción global de los procesos, y, a veces, estamos tan mediatizados por el programa, por acabar los temas, por examinar, que no enseñamos a los estudiantes a razonar. Nos interesa que se aprendan las cosas como sea y las aprueben. La universidad está perdiendo bastante de lo que debe ser: razonar, pensar, reflexionar.
¿Qué se puede hacer desde el rectorado?
El rector puede hacer poco, porque en la Universidad hay muchos escalones de poder académico, y la responsabilidad de docencia e investigación está en mano de los departamentos. Lo único que podemos hacer es sancionar al profesor que no cumpla, que haya cometido alguna injusticia o que no haga caso a las tutorías, pero no se puede incidir en los contenidos a no ser que haya denuncia por parte de los alumnos sobre un temario obsoleto.
¿Cuál sería su universidad ideal?
Sería una donde hubiera grupos de alumnos no muy numerosos; donde se pudiera impartir una docencia en la que hubiese participación por parte del estudiante, tanto en exposiciones en clase como en la resolución de problemas; que se conociera mucho más al alumno y se le pudiera evaluar de una manera más objetiva. Una Universidad donde se combinara un buen conocimiento teórico con otro práctico, pero un conocimiento teórico profundo, porque pienso que los estudiantes se obsesionan con la práctica.
¿Las prácticas son deficitarias en la complutense?
Yo creo que sí, porque ha habido muchos alumnos y una escasez de medios. Además, muchas veces no se han hecho los esfuerzos necesarios para llevar a cabo prácticas. Donde más fallan las prácticas es en las facultades donde ha habido mucha masificación, como en Derecho, Económicas o Ciencias de la Información
¿Va a haber cambios en los cursos de verano para darle un enfoque más internacional como en los años 89, donde venía gente como Ratzinger o Vargas Llosa?
Esta fue una época dorada de dinero. En aquellos cursos, aunque había mucho ocultismo sobre su presupuesto, y se llegó a hablar de 1300 millones de pesetas. Luego se han ido reduciendo hasta el punto que ahora tenemos un presupuesto menor. Estamos haciendo cosas con poco dinero, pero vamos a darle un giro para que esto tenga una proyección internacional más importante y recuperar todo lo que fueron estos cursos donde participaban políticos, intelectuales, académicos y literatos de los más importantes. Espero que el dinero nos lo permita.
¿Va a haber cambios de patrocinio?
Sí, Caja Madrid va a abandonar el patrocinio y ya estamos buscando patrocinadores
¿Cómo va la búsqueda?
Bien, saldrá adelante. Aún no puedo decir nada hasta que no cerremos y firmemos, pero creo que sí que lo conseguiremos.
¿Y tiene algo que ver con quien gobierna Caja Madrid?
Yo creo que no. Lo que sé es que quieren otro proyecto de financiación, dirigido más a la investigación, pero quieren seguir con la relaciones con la Complutense. No rompemos la relación, solo que han pensado que ya están cansados de financiar los Cursos de Verano.
¿Qué futuro le vaticina a los Cursos de Verano?
Importante, porque la orientación que le queremos dar va a ser realmente relevante. Tenemos unas ideas el director de la Fundación y yo que son bastante coincidentes, por eso le vamos a dar ese giro hacia temas muy importantes. Creo que los cambios que introduzcamos van a ser para mejor.

No se han hecho los esfuerzos necesarios para llevar
a cabo prácticas

En su programa electoral decía que quería que el nombre de la complutense se dijera con orgullo y admiración ¿lo ha conseguido?
Estamos en ello. Yo creo que a la Complutense le hemos dado una imagen exterior mucho más potente de la que tenía. No es fácil mover la Complutense, porque es muy grande, pero creo que tenemos mucha vida de investigación, docencia y también cultural. Estamos consiguiendo un nombre destacado en el Mundo.
¿El plan Bolonia favorecerá la privatización?
No, eso son habladurías. El lenguaje economicista está entrando mucho en el mundo universitario, y esto es un error. Tenemos obligación de preparar a la gente para que salga con empleo en buenas condiciones, y no podemos ser ajenos al mundo en el que vivimos.
¿Ha culminado ya su cambio tranquilo?
Aún hay que seguir. El cambio hay que hacerlo todos los días. Ahora estamos con los nuevos planes de estudios adaptados al nuevo espacio de educación superior y es un desafío considerable aun cuando tiene sus lados oscuros. Los planes se desarrollan por parte de las facultades, que son las expertas en la materia, pero yo no estoy muy contento de cómo están saliendo las cosas
¿Por qué?
Porque no quiero compartimentos estancos desde el principio y, por las informaciones que me llegan, parece que esto se está haciendo. Soy partidario de una enseñanza más general a otra más específica y que luego ya estén los másteres o la formación continua, pero no se puede obligar a la gente desde el primer momento. Vamos a hacerlo lo mejor posible, pero todos los cambios de estudios son traumáticos, porque hay muchos intereses en juego y, por desgracia, cada vez se piensa menos en los alumnos.
Hablando de economía… ¿qué balance hace de los Cursos de Verano 2008?
En general han estado bien, porque he hablado con gente que ha venido y me han manifestado su satisfacción. En este sentido, hemos hecho lo que tiene que hacer la Universidad: contribuir al conocimiento y su transmisión. Lo que pretendemos es hacer vida científica, cultural, artística y creativa. Otro elemento que también se vincula es el tema mediático: no existes si no sales en los medios, y eso nos condiciona mucho, porque los medios de comunicación solo se ocupan de asuntos muy actuales, y hay gente que puede decir muchas cosas importantes y los medios no hablan con él.

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